martes, 28 de marzo de 2017

Lucha por la autenticidad (Rocky Balboa-Sylvester Stallone, 1976)



              "¡Adriaaaaaaan, Adriaaaaaan!. Por favor, déjenme en paz. ¡Adriaaaaan!.
                ¡Rocky!
                ¡Te quiero!
                ¡Te quiero!"


El púgil más conmovedor de la historia del cine. Vagabundo, hombre de principios, sencillo y humilde, delincuente y corazón de oro, extranjero en busca de lugar e identidad en los suburbios de Filadelfia. Ejerce el pugilato porque nada ni nadie le enseñó a hacer otra cosa en la vida y, sin embargo, en su combate final con Apolo Creed nos da una magistral lección de perseverancia y resistencia: la vida ( la acción en el ring es como una metáfora de la vida) da golpes que te dejan tirado en el suelo, pero siempre, aunque magullados y heridos, hay que volver a levantarse con fe y seguir luchando contra ese ídolo fanfarrón hecho de sombreritos y colorines, el que nos vende el éxito y el reconocimiento mundanal. Si consideramos que la acción física es la manifestación externa de un código moral (pues Rocky es, ante todo, un hombre de principios morales) su imprevisible zurdazo equivale a ese espíritu indómito que el hombre común, el cual ha terminado siendo reducido por su propio estrellato (tal como Apolo), ya no sabe calibrar. Por eso, al final, Rocky no necesita revancha ni convertirse en campeón mundial, ni le interesa el dictamen del jurado. Era una lucha por la identidad íntima y la dignidad personal, que para él tienen el nombre de la mujer más pequeña de este mundo, aunque para ellos dos es el todo. La fidelidad y la honra en el perfecto equilibrio entre hombre y mujer. Y el David que entra en el cuadrilátero con la humildad de un pollino (el "potro italiano") contra el Goliat de la parafernalia suntuosa y patriótica (la lujuria apolínea). No es poco, pero el legalismo pseudoreligioso y las ideologías impiden apreciar cuánto bien han hecho personajes e historias como ésta.

miércoles, 15 de marzo de 2017

Triunfo espiritual en el territorio de la Serpiente (John Milius- Conan, 1982)




"Ni todos los dioses de este mundo podrán separarnos. Si lucharas por tu vida y yo estuviese muerta, volvería desde las profundidades del infierno para luchar a tu lado" - Valeria -


Después de muerto y resucitado, la figura del guerrero cimerio aparece erguida sobre un fondo de mar azul y luz mediterránea. Momento a partir del cual Conan, enfrentando a la Serpiente y acompañado de la amada y de su mejor amigo, comenzará a decapitar a la fuente de todas las ideologías. Hay un brazo armado, una casta sacerdotal, un caldero de pócimas, y un sumo sacerdote, Thulsa Doom, de quien emana la hechicería que recorre los milenios. Treinta años después, el "secreto del acero" revela un film que instantáneamente se convierte en manifiesto espiritual, no para nihilistas ni reaccionarios, sino para todo aquel que busque una Voluntad que esté por encima de la sujeción a la cultura humana, constituyendo una parábola sobre el individuo que lucha por su vida frente al imperialismo espiritual ( el Dragón ).