miércoles, 17 de enero de 2018

Amistad y pistolas (Rob Reiner, 1986)





"Los soldados estaban tranquilos porque sabían que el cabo Teddy Duchamp protegía todo aquello que más apreciaban"

"Nunca he vuelto a tener amigos como los que tuve cuando tenía doce años. Dios mío, ¿los tiene alguien?."

 Obra imperdible y fundacional, sería poco decir que es el espejo que refleja una verdad respecto a toda una generación. El epitafio final suena a sepultura y a regocijo. Si la amistad es lo más importante de la vida, saber que la perdimos en vísperas de la adolescencia nos trae la imagen de un fraude, pues una vida sin el cariño y la audacia de aquellos tiempos no merece ser tenida como tal. Sabiendo que no podemos volver al pasado, la única opción sería actualizar la enseñanza que se vislumbra, concretamente, en la relación entre el chico sensible de letras y el tipo rudo y desgarbado interpretado por River Phoenix, cada uno de ellos personificando atributos que no son contradictorios sino complementarios e intercambiables según el perfil del hombre íntegro y santo. La justicia y la misericordia, la letra y la espada, mente y músculo considerados en perfecta integridad. Lo "fuerte" y lo "débil" se buscan, se aman, se complementan. Esta película, por demás, nos introduce en un mundo de hombres donde la mujer, no por capricho, queda muy al margen del corazón y de la temática de la historia pues, le pese a quien le pese, todos sabemos que la ruptura, la separación, la traición, el olvido de la amistad, la pérdida de aquel pequeño paraíso y la entrada en un progresivo estado de corrupción del alma ( el que nos lleva a la tibieza y a la comodidad material ), empiezan con los cambios hormonales en la adolescencia y con la consecuente búsqueda del sexo opuesto. Atención a la imagen final y el ambiente que describe: el chico de letras, quien empezaba a crecer en saber y valentía, acaba convertido en un padre de familia acomodada, arrastrado por la molicie y consciente de un fracaso parcial, un hombre feliz que en cierto modo ha sabido aprovechar la experiencia de la infancia, pero a un precio muy alto que casi todos, incluso los que siguen en la lucha, terminamos pagando. Porque...¿los tiene alguien?.

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