lunes, 27 de enero de 2025

Reconciliarse

 



Aquí el Coppola más libre y personal, contando una historia sobre la reconciliación entre un padre y su hijo. Y qué interesante esa forma de diferenciar el pasado del presente a través del color, o el simbolismo de unos ojos hipnotizados por la luz. Mejor no entrar ahora en sus significados (¿la pasión por la belleza que siente todo artista?), y quedarnos en ese cuadro general sobre una genealogía, una maldición familiar donde la rivalidad entre padres e hijos se resuelve en esa obra final escrita conjuntamente entre el padre y el hijo. No mires la luz, la pasión codiciosa es lo que ha destruido a la familia y debemos cambiar de rumbo.

jueves, 23 de enero de 2025

Templos

 




"Los pecados no pueden ser redimidos en la iglesia, se redimen en las calles y en la vida del hogar". Ya desde esta primeriza Malas calles, como desde ¿Quien llama a mi puerta? en 1967, Martin Scorsese utiliza con profusión la iconografía cristiana católica como una especie de marco simbólico dentro del cual se desarrollan las tragedias de los bajos fondos. Esta misma vida es el infierno, y duele en todos los sentidos, pero el dolor más grande es el dolor espiritual. Dicho dolor, encarnado en Harvey Keitel, es aquel de quien tiene alguna forma de conciencia sobre la santidad, pero no la alcanza o se siente perdido y lejos de ella. Charlie (Keitel) representa la necesidad de encontrar redención verdadera, en la libre conciencia del individuo sin intrusiones por parte de iglesia y estado, y es ese hombre con conciencia moral que trata de sobrevivir en un mundo salvaje, siendo parte de él, pero diferente de él al mismo tiempo, obligado a convivir con Johnny Boy (Robert de Niro) hasta que las consecuencias del pecado terminan la historia. 

Hay dos templos para Charlie, uno es el templo católico, el de los rezos sin sentido ni poder para cambiar la vida. Otro es el del club nocturno y los bares de encuentro, esa vida real, palpitante, donde se aprenden el pecado y sus consecuencias. 


       "¿Quién llama a mi puerta?" Scorsese, 1967


En el caso de ¿Quién llama a mi puerta?, la primera secuencia nos lleva a ese mundo hogareño de la infancia, presidido por una estatuilla de la Virgen y el niño, hecho de cuidados, cariño, tradición y artesanía ( la abuela preparando y horneando una empanada matutina que reparte con orden y alegría ). Después la elipsis, violenta y directa, nos lleva a las turbulencias del mundo adolescente en las calles, donde J.R vive entre dos mundos: el de los tipos duros y el de una buena chica que parece ser una oportunidad para redimirse, mientras la estatuilla de la Virgen vuelve a aparecer en algunos planos. Al final, abriendo las puertas a un confesionario, conecta con las imágenes del inicio, el hogar de la infancia, la inocencia original, la abuela y el poder redentor de Cristo. A pesar de su corrupción, y conforme al versículo bíblico de Apocalipsis 3:20, Cristo siempre estuvo llamando a J.R.  

domingo, 19 de enero de 2025

En busca de la cruz del águila

 



Tras mostrar en Hook que Peter Pan se había hecho adulto y que había llegado la hora de pasar a otros temas, Spielberg llevaba como dos décadas ( los noventa y la de los 2000 ) haciendo películas sobre temas más serios y reales, dejando a un lado la pura aventura y los sueños de la adolescencia. Fue en Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal (2008) donde terminó un ciclo, filmando el crepúsculo de su héroe más popular con esa boda final. A partir de ese punto, es como si Spielberg se hubiera, en cierto modo, aburrido de sí mismo y de su recurrente vindicación de la familia y la paternidad responsable mostrando que, cuando el héroe se casa, se acabó la aventura. Pues bien, en el 2011 estrenó Las aventuras de TinTín: El secreto del Unicornio, y en el 2016 The BFG, que era otra versión de E.T y de Peter Pan (y así como E.T fue su propia adaptación de Peter Pan). Volviendo así a sus orígenes, hizo su película de TinTín como sabiendo que sería la única película de Tintín que haría en su vida, echando toda la carne en el asador y dándolo todo en cada plano y en cada caracterización de los personajes. No da respiro, no hay reflexión o mensaje alguno que no esté implícito en esa aventura sin apenas pausa que termina a los pies de una imagen de San Juan evangelista sosteniendo la cruz de Cristo. Y, por supuesto, no hay mujeres ni otra familia que no sea la de los camaradas en busca de aventura. Todo es pasión por descubrir, pasión por el misterio o por lo que está oculto, la curiosidad del navegante, la investigación del que necesita conocer historias para escribirlas. El tesoro - como el dinero que puede contener una cartera robada - es lo de menos, lo que importa es el viaje y su desarrollo hasta esa imagen del evangelista, el verdadero trasfondo espiritual del recorrido. 

La película, en sus imprescindibles créditos del inicio, empieza con la imagen de una de esas antiguas máquinas de escribir situada junto a una ventana desde la cual se ven las estrellas, una manera de resumir la esencia del personaje. Luego, toda la película está hecha de temas que han ido apareciendo a lo largo de la filmografía de Spielberg, reciclados y sintetizados en una aventura nueva y vibrante; Haddock encuentra una forma de redención a través del recuerdo y el descubrimiento de su origen, a partir de una portentosa y espectacular imagen ( tal vez la cumbre de la imaginación cinematográfica de Spielberg ) en la cual el pasado se hace uno con el presente. Esa redención de Haddock, por tanto, traza el camino a seguir hasta llegar a la Cruz del águila. Ir en busca del tesoro siempre ha sido un motivo excitante, en el cine y en la literatura, pero cuando existe ese trasfondo moral y religioso en la historia y en los personajes ya está en otro nivel.