jueves, 23 de enero de 2025

Templos

 




"Los pecados no pueden ser redimidos en la iglesia, se redimen en las calles y en la vida del hogar". Ya desde esta primeriza Malas calles, como desde ¿Quien llama a mi puerta? en 1967, Martin Scorsese utiliza con profusión la iconografía cristiana católica como una especie de marco simbólico dentro del cual se desarrollan las tragedias de los bajos fondos. Esta misma vida es el infierno, y duele en todos los sentidos, pero el dolor más grande es el dolor espiritual. Dicho dolor, encarnado en Harvey Keitel, es aquel de quien tiene alguna forma de conciencia sobre la santidad, pero no la alcanza o se siente perdido y lejos de ella. Charlie (Keitel) representa la necesidad de encontrar redención verdadera, en la libre conciencia del individuo sin intrusiones por parte de iglesia y estado, y es ese hombre con conciencia moral que trata de sobrevivir en un mundo salvaje, siendo parte de él, pero diferente de él al mismo tiempo, obligado a convivir con Johnny Boy (Robert de Niro) hasta que las consecuencias del pecado terminan la historia. 

Hay dos templos para Charlie, uno es el templo católico, el de los rezos sin sentido ni poder para cambiar la vida. Otro es el del club nocturno y los bares de encuentro, esa vida real, palpitante, donde se aprenden el pecado y sus consecuencias. 


       "¿Quién llama a mi puerta?" Scorsese, 1967


En el caso de ¿Quién llama a mi puerta?, la primera secuencia nos lleva a ese mundo hogareño de la infancia, presidido por una estatuilla de la Virgen y el niño, hecho de cuidados, cariño, tradición y artesanía ( la abuela preparando y horneando una empanada matutina que reparte con orden y alegría ). Después la elipsis, violenta y directa, nos lleva a las turbulencias del mundo adolescente en las calles, donde J.R vive entre dos mundos: el de los tipos duros y el de una buena chica que parece ser una oportunidad para redimirse, mientras la estatuilla de la Virgen vuelve a aparecer en algunos planos. Al final, abriendo las puertas a un confesionario, conecta con las imágenes del inicio, el hogar de la infancia, la inocencia original, la abuela y el poder redentor de Cristo. A pesar de su corrupción, y conforme al versículo bíblico de Apocalipsis 3:20, Cristo siempre estuvo llamando a J.R.  

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