En este tercer acto, a modo de epílogo, Stallone debía cerrar un ciclo con el reto de ser coherente con las dos piezas que lo preceden. ¿Se puede conciliar la humildad y la lucha espiritual con las riquezas y el éxito?. Stallone utiliza al personaje para hablar de sí mismo, después de haber sido un artista bohemio y luego haber alcanzado el estrellato rápidamente, exponiendo con transparencia sus propias inseguridades. De forma inmediata tras la introducción, y al ritmo del clásico tema "eye of the tiger", vemos cómo la fama ha sepultado al hombre salvaje de los suburbios, ahora adocenado por la molicie, las comodidades y los reconocimientos. Rocky está ahora más cerca del ídolo apolíneo que del hombre tonto y adorable. Secuencias como la del combate de lucha libre frente a Hulk Hogan muestran que su vida se ha convertido en un espectáculo pueril y disparatado. La civilización mata al luchador, mientras que la humildad habita en aquel territorio salvaje que espanta a todo ser humano regido por el orgullo. El ojo del tigre nunca se aparta del objetivo y siempre está hambriento. Finalmente, Adrian vuelve a ser la voz celeste que le recuerda que por encima de la riqueza y de la opinión pública está la lucha por el Ser. Vencer a Cluber Lang no de cualquier forma sino buscando lo genuino, como un estratega provisto de mente y corazón.
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