domingo, 26 de enero de 2020

Titanic ( James Cameron- Jack Dawson, 1997)

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"Cuando no tienes nada, no tienes nada que perder" -Jack Dawson

"Son pocos los que se atreven a amar a la aristocracia. Hoy en día es cosa de tontos, niños y ancianos"- M.J.Z.H

Un viejo debate y un ajuste de cuentas. Recordemos: año 1997, rebasando ya la época en que el cine era libre, y educado en la expresión ( ¿no fue un tal Tarantino quien puso de moda, a partir de 1991, el exceso de palabras malsonantes en el cine comercial norteamericano? ) pero sin dejar de ser políticamente incorrecto, y a las puertas del nuevo siglo y del mundo post 11 de septiembre. El "Titanic" de James Cameron arrasó en nuestras conciencias, por su sobrecogedor sentido del espectáculo y por mostrar una tragedia colectiva desde la visión subjetiva de la protagonista femenina. Su perfección técnica, narrativa y estructural, sumado a la avalancha de premios oficiales, hizo que las cosas se salieran de madre, y con el paso del tiempo tuvimos que odiarla y minusvalorar sus cualidades. Y ahora mismo la respuesta a todo eso que estáis pensando es un rotundo NO. Y SÍ, es una película que tanto por su formato como por su contenido temático tiene el espíritu de la vieja escuela, y por tanto merece estar entre nosotros. Me diréis que es marxista hasta la médula porque supuestamente manipula los sentimientos del espectador desde una mediocre y megaestereotipada representación de la lucha de clases, con lo cual la película sería de una corrección política realmente vomitiva. Tiene, eso no lo voy a negar, una vena adolescente que en momentos puntuales la lleva a terrenos de vulgaridad que resultan verdaderamente irritantes. Pero ante todo tres palabras o tres ideas que están en la película y que son de incalculable belleza y veracidad: la libertad (o la riqueza) de espíritu, el amor abnegado y la condena al espíritu burgués y, por ende, condena a la civilización occidental del progreso técnico-científico. No se trata de un planteamiento maniqueo en el que los ricos son los malos y los pobres son los buenos, sino de señalar hacia un fundamento necesario para la vida. Que si no sabemos vivir, entonces da igual ser rico o pobre, y que el corazón de la mar, para una mujer que ha conquistado la libertad de espíritu, tiene el valor de un pedrusco muy pesado, y que el verdadero tesoro está en las maravillas ocultas en un corazón lleno de vida. Y además, camaradas, esta película rezuma odio al dinero desde un discurso furiosamente antimaterialista y antimoderno. Por otro lado, para los amantes del buen machismo, la película usa la figura del hombre como arquetipo de guía y salvador para la condición femenina en el contexto social de principios del siglo XX. Jack Dawson es un salvador irreal, pero todos en algún momento de nuestras vidas hemos necesitado escapar de la asfixia de una sociedad basada en normas legalistas y en el bienestar, y dirigir la mirada hacia un nuevo horizonte, y es por eso que todos, hombres o mujeres, nos sentimos identificados con el personaje de Rose Dawson (Kate Winslet). A este Jack cuando le definen como "persona de medios limitados" le gusta llamarse "pobre" a sí mismo, sin complejos, al pan pan y al vino vino.   





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