jueves, 5 de marzo de 2020

Juramento de sangre y espíritu (Stephen King, 1990-2019)


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"Cuando creces, dejas de creer"



No será por excesiva pleitesía a la norma de la casa, pero cabe afirmar que la adaptación de It del año mil novecientos noventa supera considerablemente al portento que Andy Muschietti llevó a cabo desde 2017 al 2019. Portento de reverencia, homenaje y admiración hacia la generación de los "perdedores", disfuncionales o los inadaptados ( aquellos que en la edad adulta desarrollaron oficios o facetas creativas ) ubicando la infancia en los años ochenta, y la edad adulta en el presente social y tecnológico más inmediato y crudo, aportando una mirada psicológica y sentimental que camina entre la frialdad y la reivindicación orgullosa de aquellos tiempos y edades. Sin embargo, el excesivo metraje y una puesta en escena al servicio del susto fácil y efectista revelan su imperdonable desequilibrio entre la contundente propuesta sentimental y lo huero de su narrativa visual. Es fácil, y desde luego nos encanta, decir que lo Viejo es mejor que lo presente y actual, pero también es real, y ante todo cabe destacar una de las claves filosóficas plasmada en ambas adaptaciones cinematográficas del libro de Stephen King: recordar es vencer al Mal. Un Mal de orden espiritual, representado aquí en un demonio devorador de niños. Pero vayamos más allá de lo concreto para poder afirmar que de lo que se trata es de la Infancia como recuerdo y como una condición del espíritu que ese demonio en forma de payaso - directamente, o utilizando agentes humanos sometidos a su control mental - quiere destruir, devorar, relegarla a la mala conciencia por los malos recuerdos, o simplemente el olvido de lo que pudo ser puro y permanente. Recordar es volver a levantarse, volver a nacer. Vivir en el pasado o, como mínimo, reverenciarlo, se presenta aquí como una virtud, puntal del mensaje profundamente conservador que recorre toda la temática. Si alguien quiere dar clases de filosofía bajo el lema "la nostalgia es una forma de felicidad", la de Muschietti es su película, aunque todo ello ya está de forma más o menos implícita, y mejor resumida, en la versión de 1990. 

Contiene otras ideas en ese mismo sentido. Como norma de vida, perdemos el contacto con los mejores amigos de la infancia a partir de la adolescencia ( recordemos el epitafio final de Stand by me, de Rob Reiner ). "It", en cambio, muestra que la lucha contra el Mal, el perseverar en la Fe en lo invisible, es el fundamento para preservar la amistad ( o sea, el recordar ) a pesar del paso del tiempo. Un juramento de sangre ( un pacto de carácter religioso ) tiene más poder que las relaciones, las inercias o los intereses sociales al uso, a la vez que preserva el tener la conciencia de que el Mal demoníaco es una realidad antes de ser arrastrados por la incredulidad o la conciencia líquida del hombre materialista, adulto, pero incompleto por esa ausencia de Fe y por creer en un concepto filosófico del mal. Y aunque esta no sea una historia plenamente verídica ni la película supere el ser una pequeña reminiscencia autobiográfica, es muy bella en cuanto a literatura y ficción cinematográfica, la cual, por ese mismo camino, nos lleva a la clave resolutiva: purgar el pasado nos permite conciliar el pasado con el presente. Venciendo siempre al Mal, sin olvidar las raíces ( la "raza" ) y seguir realizando la lucha en un presente ahora abierto y lleno de posibilidades.     






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