martes, 4 de febrero de 2025

El chico de la moto

 



En alguna fase de la vida podemos haber conocido a esa persona fascinante que amplía los horizontes de nuestra existencia, que se convierte en una especie de hermano mayor, maestro, modelo y referente hacia la autosuperación. Suele ser en la adolescencia, y cuando llegamos a la edad madura nos damos cuenta que, en cierto modo, nos hemos convertido en aquella persona que tanto admirábamos. Su presencia inmaterial e idílica - incluso estando ausente o lejano - invadía la calle, el colegio o instituto, el hogar, las charlas con los compañeros, y eso Coppola lo refleja muy bien en ese tratamiento onírico que utiliza. Son esa clase de personas, extrañas e incomprendidas, que nos traen un mensaje de liberación, que quieren romper la jaula o la pecera en la que vivimos presos y nos invitan a avanzar por el río de la vida hasta desembocar en el gran océano de la Eternidad, de la paz interior, del crecimiento en vida y sabiduría, y de un largo etcétera de posibilidades conforme a las aptitudes de cada cual.

Del barrio bajo, pero culto, lector y observador crítico de la realidad circundante, el chico de la moto en Rumble Fish no es sino otra imagen de lo que Ponyboy Curtis- Johnny Cade son en The Outsiders.  Entre uno y otro, Francis Ford Coppola construye una idea mesiánica que recorre buena parte de su filmografía. 

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